domingo, 22 de noviembre de 2009

REGGAE?

ESTO LO RETOME DE UNA PAGINA NS WITHE PRIDE

REGAE,DROGAS Y SIONISMO

Cuantas veces hemos visto a centenares de hombres y mujeres bailando al ritmo de esta basura llamada reggae ? hombres y mujeres gesticulando como simios sin saber quien es el hacedor de semejante porqueria.

En esta cosmopolita sociedad actual ya hemos visto uno de los peores síntomas de la decadencia del hombre blanco frente a la propaganda judía, y que se manifiesta principalmente entre la juventud blanca cuando empieza a adoptar actitudes estéticas y conductuales propias de los negros conglomerados en otras latitudes del planeta, al rededor de "movimientos" revestidos de pseudo-filosofías en las que el blanco suele ser descrito como un salvaje abusador. El "rap", por ejemplo, que hemos descrito más arriba, es hoy un patrimonio de negros y sólo de negros: cualquiera de los muchachitos de las ciudades blancas de hoy que andan por las calles disfrazados de habitantes de los reductos de Manhattan creyéndose parte de un movimiento acultural o contracultural, pagarían muy caro su osadía si se pasearan con esas ropas por los barrios cavernosos del Bronx y el Harlem, a la vista de sus "hermanos" negros.

Sin embargo, aún antes que el rap había un movimiento fundado por los falashas etíopes que demuestra con creces la influencia del judaísmo en la raza negra, también disfrazado de "movimiento contracultural", cada vez con más adeptos de raza blanca, atraídos principalmente por su pseudo-música. Se trata del movimiento de drogadictos marihuaneros "Reggae", distribuido desde Jamaica al mundo por el fallecido judío falasha Bob Marley, en realidad llamado Robert Marley, aunque su popularidad, el negocio de su imagen y la creación de una supuesta "filosofía" en torno a este individuo han quedado a cargo de su viuda, la millonaria Rita Marley, también falasha de origen.

Jamaica es la segunda patria de los falashas, y lo demuestra su león símbolo nacional, llamado "León de Judá". No es casual que sea allá, y directamente desde Etiopía, donde se ha concentrado una de las más estrechas uniones entre el judío y el negro en sus postulados religiosos y revelaciones orientadas a la destrucción del mundo. La judería "blanca" inglesa estableció muchos nexos con los falashas jamaicanos a partir de la conquista de la isla, en el siglo XVII. La palabra "reggae" proviene al parecer de la expresión "streggae", para referirse a las prostitutas que tanto abundan en Jamaica, una prueba más de la infinita hipocresía del judío internacional y de sus filiares raciales.

Para ser un reggae hay que ser un mugroso maloliente que no se lave ni peine por varios años hasta conseguir que el pelo crezca apelmasado. Hay que fumar "ganja" (marihuana) en "spliffs" (pitos y cigarrillos de droga) todo el día, no se debe trabajar, se debe vestir con ropas de vagabundo (es terrible pensar cómo esta actitud puede tentar año a año a miles de blancos traidores de su propia raza). Pero, por sobre todo, hay que estar convencido de toda un supuesto y facilista revestimiento místico respecto al movimiento, que acaba por revelarnos el profundo sentido falasha-judaico que se esconde en él a pesar de la aparente inocencia.

Así, los reggaes jamaicanos descienden -al menos filosóficamente- del Emperador de Etiopía, Ras Dejazmath Tafari, coronado en 1930 con el nombre de Hailé Selassié I. Este falasha se presentó al mundo como un verdadero Mesías para su pueblo y se le creyó una encarnación de Jehová, conocido entre los reggaes con la abreviación de Jah. Fue llevado al poder por sus propios congéneres falashas, los mismos que años después lo derrocaron. La figura mesiánica tentó a los falashas y negros jamaicanos, por entonces afectados por la miseria que tanto caracteriza cualquier sociedad dirigida por negros, suponiendo que Selassié I los llevaría de vuelta a Etiopía, su "Tierra Prometida", con una promesa de bienestar y prosperidad que nunca han tenido. Si quería hacerlo o no, nunca lo sabremos, pues como hemos dicho, fue traicionado y derrocado por los mismos falashas que lo habían llevado al trono, ahora pasados al ala marxista.

Para el judaísmo falasha y jamaicano, todas las figuras de la Biblia correspondientes a hebreos y posteriormente a judíos, eran negros abisinos. Las verdaderas tribus de Israel eran negras y, si acaso no lo eran, entonces sí correspondían a negros las "tribus perdidas", de las que ellos, los falashas y etíopes, serían descendientes, emparentados con el Rey Salomón. El Mesías prometido debía ser también un negro y Etiopía la Tierra Prometida, como hemos visto.

Debemos aclarar que la Etiopía que describimos ahora es muy distinta de esta milenaria Etiopía Blanca, alguna vez ocupada por tribus de origen ario y egipcio venidas desde el Norte, en los tiempos de la Reina de Saba, posteriormente invadida por tribus de negros mezclados progresivamente con judíos primitivos. Los blancos habitaron casi toda la zona de África Norte y Suroriental en tiempos remotos, dejando testimonios como la ciudadela de Zimbabwe, en la ex-Rodhesia, una sorprendente construcción arqueológica sudafricana, llena de complejas relaciones matemáticas y arquitectónicas, que los científicos han atribuido por razones de "lógica geográfica" a los negros, los mismos que en ninguna otra parte de su continente lograron poner una piedra sobre otra. El folclore dice, además, que Moisés tenían una esposa etíope, una mujer blanca, y, como sabemos, el mito de Moisés ha sido mezclado con la tradición judía haciéndolo uno de ellos, un supuesto "esclavo" de los egipcios (aunque la esclavitud nunca existió allí, como se ha comprobado reiteradas veces, a pesar del discurso de los pseudo-historiadores judíos y marxistas), lo que es una vulgar tergiversación que, sin embargo, los negros creen de muy buena gana hablándose incluso de un "Moisés negro" entre los falashas y los jamaicanos.

El mito fue fomentado en la literatura por otro falasha judío llamado Marcus Garvey, un negro jamaicano que se estableció más tarde en New York, pero desconocemos si era un falasha o tenía ancestros ligados a ellos. Se mantuvo el nombre original del emperador, Ras Tafari, de donde salió el término "rastafari" para referirse a la religión fundada en torno a su mesianismo, y más actualmente al uso de esas cabelleras apelmasadas (como "mojones de mierda", le dicen aquí en Chile) en la cabeza de estos individuos, aludiendo a un pasaje bíblico que dice:

"No raparás su cabeza ni rasurarás los lados de su barba ni harás incisión alguna en tu carne." (Levítico 21; 5).

Uno de los iniciadores de este movimiento fue el religioso jamaicano Mortimer Planner, también un falasha al estilo de rabino negro, que fuera maestro directo de Bob Marley, y quien observó las propiedades comerciales del entonces muchacho, motivándolo a dedicarse a la música. La mentada filosofía del movimiento reggae puede resumirse así: los negros son los hijos favoritos de Jehová (su pueblo elegido), y los blancos su enemigo natural, ladrón de tierras, complotador, etc. Los rastafaris son los verdaderos judíos de la tierra prometida, Selassié era su mesías descendiente directo de Moisés. Etiopía, fundada por Salomón y la Reina de Saba, es su Tierra Prometida, y algún día volverán a ella (aunque entre los reggaes está lleno de personajes adinerados que no van ni de visita a su Tierra Prometida). A pesar de que después de la caída de Selassié, el Rey de los Falashas, la religión del reggae no tiene sentido, aún hay almas en pena predicándola entre los propios blancos ignorantes o fascinados con tan absurdo exotismo.

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