domingo, 22 de noviembre de 2009

QUE ES EL FASCISMO?

La Doctrina Fascista

de BENITO MUSSOLINI :

En torno al Fascismo, del cual muy poco se ha comprendido y, del cual muy mal se ha copiado en diversos países de Europa, se ha encendido una disputa dirigida a dar de él las más estrambóticas definiciones e interpretaciones.

La hora difícil que el Fascismo atraviesa puede, en apariencia, justificar tal disputa que quiere ser docta y que, considerada a la luz de la realidad, es apenas risible,

Odios y repudios no hacen mella en la verdad de la doctrina fascista y no impedirán su triunfo a pesar de todo.

Para los ingleses y los americanos, el Fascismo no puede ser más que una doctrina perversa ya que en ella, los interesados no pueden ver sino una doctrina que intenta establecer, en el campo social e internacional, un sistema de convivencia basado sobre la justicia y sobre la ecuánime repartición de las riquezas mundiales.

Los pueblos anglosajones, que gustan definirse como «democráticos«, y están en la realidad tan lejanos de la democracia que han llegado a ser el pedestal del bolchevismo, agitan frente a la concepción fascista la concepción «democrática», como un estandarte de la batalla contra la «tiranía».

Pero, en realidad, no hacen más que agravar los males de esta desgraciada Europa y alejan el día de la resurrección ya que abren el camino, en el momento de las mayores incertidumbres, a experimentos sociales en los cuales el bolchevismo puede demasiado fácilmente hacer actuar sus ganzúas.

Consideramos por, tanto oportuno aclarar las ideas en provecho de los que gusten razonar con su propia cabeza y mirar cara a cara la realidad, sin dejarse engañar por las doctas y enigmáticas disquisiciones puestas hoy de moda.

Recurrimos, para tal aclaración, a una fuente que, por su autoridad, no puede ser tenida ni por sospechosa, ni por oportunista. No puede ser considerada, especialmente, oportunista, por la época en la cual ésta brotó: época de pleno triunfo del Fascismo. Entre el 1930 y 1935, época en que el Fascismo era estudiado en todos los países y admirado por estadistas de todos los países.

Porque, en aquella época, el Fascismo, todavía confiado en la comprensión de los demás, no había salido verdaderamente al campo internacional a turbar, tanto con la política económica de la autarquía, como con la necesaria conquista de desahogos demográficos, el sueño de los «beati possidentes».

Nuestra publicación, a distancia de tiempo, de las doctrinas fundamentales de Benito Mussolini, quiere tener este significad recordar que el Fascismo no es el que la propaganda adversaria y la propaganda enemiga de guerra han querido definir y, sobre todo, hacer considerar que las vicisitudes italianas de guerra no significan en absoluto la derrota del Fascismo, el cual, nacido de una situación internacional que hoy vuelve a repetirse -la amenaza comunista -, sobrevive en los países que no han sido tocados por la guerra y volverá a imponerse y a evolucionar donde quiera que haya un pueblo que desee defender de la oleada tártaro-semítica su propia civilización.

I. El FASCISMO COMO DOCTRINA

Como toda: concepción política vital el fascismo es práctico y es pensamiento, acción animada por uno doctrina inmanente, y doctrina que, surgiendo de un sistema dado de fuerzas históricas, no se desliga de él, sino que, obra en él desde dentro (1). Tiene, pues, una forma correlativa a las contingencias de lugar y de tiempo, pero a la vez posee un contenido ideal que, en la historia superior del pensamiento, es fórmula de una verdad (2). En el mundo no es posible actuar espiritualmente como voluntad humana dominadora de voluntades, sin poseer un concepto de la realidad transeúnte y particular sobre la cual se debe obrar, y de la realidad permanente y universal en la cual tiene la primera la razón de su ser y de su vida. Para conocer a los hombres, es preciso conocer al hombre; y para, conocer al hombre, es preciso conocer la realidad y sus leyes. No existe concepto del Estado que no sea fundamentalmente concepto de la vida: filosofía o intuición, sistema de ideas que se desarrolla en una construcción lógica o que se recoge en una visión o en una fe, pero que, por lo menos virtualmente, será siempre una concepción orgánica del mundo.

II. CONCEPCION ESPIRITUALISTA DEL FASCISMO

Así, no se podría entender el fascismo en muchas de sus actitudes o exteriorizaciones prácticas, como organización de partido, como sistema de educación, como disciplina, si no se las contemplase a la luz de su modo general de concebir la vida. Modo espiritualista (3). Para el fascismo, el mundo no es este mundo material que aparece en la superficie, en que el hombre es un individuo separado de todos los otros, y está gobernado por una ley natural que lo impulsa instintivamente a vivir una vida de placer egoísta y momentáneo. El hombre del fascismo es el individuo que es nación y patria, ley moral que une a los individuos y a las generaciones en una tradición y en una misión, que suprime el instinto de la vida encerrada en el reducido limite del placer para instaurar en el deber una vida superior, libre de límites de espacio y de tiemp una, vida en la cual el individuo, en virtud de su abnegación, del sacrificio de sus intereses particulares, y aún de su misma muerte, realiza aquella existencia, totalmente espiritual, en la que consiste su valor de hombre.

III. ESPIRITUALISMO FASCISTA Y POSITIVISMO

Se trata pues, de una concepción espiritualista, que ha surgido, como los demás, de la reacción general del siglo contra el positivismo flojo y materialista del siglo pasado. Es concepción antipositivista, pero positliva, no escéptica, ni agnóstica, ni pasivamente, optimista, como son, por lo general, las doctrinas (negativas todas) que sitúan el centro de la vida fuera del hombre, quien, con su libre voluntad, puede y debe crearse su propio mundo. El fascismo quiere al hombre activo y dedicado a la acción con todas sus energías; quiere que sea virilmente consciente de las dificultades existentes, y que esté dispuesto a afrontarlas. Concibe la vida como lucha, considerando que le toca al hombre mismo conquistarse la vida, que sea realmente digna de él, creando para ello, ante todo, en sí mismo el instrumento (físico, moral, intelectual) para edificarla. Así como esta concepción se refiere al individuo aisladamente, así también se refiere a la nación, y, más aún, a la humanidad (4). De aquí el elevado valor de la cultura en todos sus formas - arte, religión, ciencia (5) -y a la grandísima importancia de la educación. De aquí también el valor esencial del trabajo, con que el hombre vence a la naturaleza y crea el mundo humano (económico, político, moral, intelectual).

IV. EL FASCISMO COMO CONCEPCION ETICA

Esta concepción positiva de la vida es, evidentemente, una concepción ética. Y abarca a toda la realidad, y no ya solamente a la actividad humana que la domina. Ninguna acción se substrae al juicio moral; nada en el inundo puede despojarse del valor que a todo compite en función de sus fines morales.

Por lo tanto la vida, tal como la concibe el fascista, es seria, austera, religiosa: enteramente librada en un mundo sostenido por las fuerzas morales y responsables del espíritu. El fascismo desprecia la vida "cómoda (6).


V. EL FASCISMO COMO CONCEPCIÓN RELIGIOSA

El fascismo es una concepción religiosa (7) que considera al hombre en su relación inmanente con una ley superior, con una Voluntad objetiva que trasciende del individuo particular y lo eleva, convirtiéndolo en miembro consciente de una sociedad espiritual. Todo aquel que ante la política religiosa del régimen fascista se ha detenido en consideraciones de mera oportunidad, demuestra no haber comprendido que el fascismo, además de ser un sistema de gobierno es también, y sobre todo, un sistema de pensamiento.


VI. EL FASCISMO COMO CONCEPCION HISTORICA

El fascismo es una concepción histórica, según la cual el hombre no es lo que es, sino en función del proceso espiritual a que contribuye, en el grupo de la familia y de la sociedad, en la nación y en la historia, a la que todas las naciones colaboran. De aquí el gran valor que asigna a la tradición en las memorias, en el lenguaje, en las costumbres, en las normas de la, vida social (8). Fuera de la historia, el hombre no es nada. Por esto, el fascismo es contrario a todas las abstracciones individualistas, de base materialista, tipo, siglo XVIII, y a todas las utopías e innovaciones jacobinas. El fascismo no cree que sea posible la "felicidad" sobre la tierra, tal como la soñó la literatura de los economistas del siglo XVIII y rechaza, por lo tanto, todas las concepciones teológicas, según las cuales, en un determinado período de la historia, habría de producirse una sistematización definitiva del género humano. Esto significa colocarse fuera de la historia y de la vida, que es continuo fluir y devenir. El fascismo, políticamente, entiende ser una doctrina realista prácticamente, aspira a resolver solamente los problemas que se plantean históricamente por sí mismos y que por sí mismos encuentran o sugieren su propia solución (9). Para obrar entre los hombres, así como en la naturaleza es necesario penetrar en el proceso de la realidad y posesionarse de las fuerzas actuantes (10).

VII. FASCISMO Y LIBERALISMO

Siendo antindividualista, la concepción fascista se pronuncia por el Estado; y se pronuncia por el individuo en cuanto éste coincide con el Estado, que es conciencia y voluntad universal del hombre, en su exigencia histórica (11). Está en contra del liberalismo clásico, que surgió de la necesidad de reaccionar contra el absolutismo y que terminó su función histórica desde que el Estado, se transformó en la conciencia y voluntad populares. El liberalismo negaba al Estado en interés del individuo particular; el fascismo reconfirma al Estado como verdadera realidad del individuo (12). Y si la libertad ha de ser atributo del hombre real, y no de aquel abstracto fantoche en el cual pensaba el liberalismo individualista, el fascismo se pronuncia por la libertad. Se pronuncia por la única libertad que puede ser una cosa seria, a saber, la libertad del Estado y del individuo, en el Estado (13). Ello, en razón de que, para el fascista, todo reside en el Estado, y nada que sea humano a espiritual existe, y tanto menos tiene valor, fuera del Estado. En este sentido, el fascismo es totalitario, y el Estado fascista, síntesis y unidad de todos los valores, interpreta, desarrolla e incrementa toda la vida del pueblo (14).

VIII. FASCISMO Y SOCIALISMO

Ni individuos, ni grupos (partidos políticos, asociaciones, sindicatos, clases) fuera del Estado (15). Por ello, el fascismo es contrario al socialismo, el cual reduce e inmoviliza el movimiento histórico en la lucha de clase, e ignora la unidad del Estado que puede reunir a las clases armonizándolas en una sola realidad económica y moral; análogamente, es contrario al sindicalismo de clase. Pero el fascismo entiende que, en la órbita del Estado ordenador, las reales exigencias que dieron origen al movimiento socialista y sindicalista sean reconocidas, y, efectivamente: les asigna una función y un valor en el sistema corporativo de los intereses conciliados en la unidad del Estado (16).

IX. FASCISMO Y DEMOCRACIA

Los individuos son clases según las categorías de intereses; son sindicatos según la actividades económicas cointeresadas diferenciadas; pero son, ante todo y sobre todo, Estado. El cual no es número como suma de individuos que componen la mayoría, de un pueblo. Y por eso el fascismo se opone a la democracia, que confunde al pueblo con la mayoría, rebajándolo al nivel de los más (17); pero el fascismo es la más franca de las democracias, toda vez que se concibe al pueblo, como debe concebírselo, cualitativamente, y no cuantitativamente, como la idea más poderosa por ser más moral, más coherente, más verdadera que se traduce en el pueblo como consciencia y voluntad de pocos, antes bien, de uno, y como ideal tiende a concretarse en la consciencia y en la voluntad de todos (18). Es decir, de todos aquellos que, por naturaleza e historia, son llevados étnicamente a constituir una nación, siguiendo la misma línea de desarrollo y de formación espiritual, como una consciencia y una voluntad sola. No se trata aquí de raza, ni de región geográficamente identificada sino de estirpe que se perpetúa, históricamente, de multitud unificada; por uno idea, que es voluntad de existencia y de potencia: vale decir, consciencia de su personalidad (19).

X. RELACIÓN ENTRE ESTADO Y NACION

Esta, personalidad superior es noción en cuanto es Estado. No es la nación la que engendra al Estado, según afirmaba el gastado concepto naturalista que sirvió como base a la publicidad de los Estados nacionales del siglo XIX. Por el contrario el Estado crea a la nación, dando al pueblo, consciente de su propia unidad moral, una voluntad, y, por lo tanto, una efectiva existencia. El derecho de independencia que tiene una nación no procede de una literaria e ideal conciencia de su propio ser, y tanto menos de una situación de hecho más o menos inconsciente e inerte, sino de una conciencia activa, de una voluntad política en función y dispuesta a demostrar su propio derech vale decir de una especie, de Estado ya in fieri. Y, en efecto; como voluntad ética universal, el Estado es creador del derecho (20).

XI. El ESTADO EN EL MUNDO

La nación como Estado es una realidad ética que existe y vive en cuanto se desarrolla. Su cristalización significa su muerte. Por esto, el Estado no es solamente autoridad que gobierna y da forma de ley y valor de vida espiritual a las voluntades individuales, sino que es da potencia que hace valer su propia voluntad en el exterior, haciéndola reconocer y respetar, o sea, demostrando con los hechos su universalidad en todas las determinaciones necesarias de su desenvolvimiento (21). De aquí, organización y expansión, por lo menos virtuales. Y es así como puede adaptarse a la naturaleza de voluntad humana, que en su desarrollo no conoce barreras, y que se realiza probando su propia, infinidad (22).

XII. CARACTER TOTALITARIO DEL ESTADO FASCISTA

El Estado fascista, siendo la forma más elevada y poderosa de la personalidad, es fuerza, pero en sentido espiritual. Esta, fuerza resume todas las formas de la vida moral e intelectual, del hombre. Por lo tanto, no se la puede limitar a simples funciones de orden y de tutela, como pretendía el liberalismo No es un simple mecanismo que limite la esfera de las presuntas libertades individuales. Es forma y norma interior, y disciplina de toda la persona; penetra la voluntad como la inteligencia. Su principio, inspiración central, de la personalidad humana que vive en la comunidad civil, desciende hasta lo hondo, y se anida en el corazón del hombre de acción como en el del pensador, en el del artista lo mismo que en el del sabi alma del alma.

XIII. El ESTADO FASCISTA COMO ESTADO EDUCADOR

En resumen, el fascismo no es solamente dador de leves y fundador de instituciones, sino también educador y promotor de vida espiritual. Entiende, no ya renacer las formas, sino el contenido de la vida humana, el hombre, el carácter, la fe. Y para tal fin, pretende disciplina, y autoridad que penetre en los espíritus y domine en ellos sin reparo. Por eso su insignia es el haz lictorio, símbolo de la unidad, de la fuerza y de la justicia.

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