El 22 de marzo Iturbide abandonó la capital escoltado por Nicolás Bravo y el 11 de mayo se embarcó rumbo a Europa. Permaneció un tiempo en Livorno, Italia, para trasladarse luego a Londres. Allí, Iturbide publicó sus memorias. Poco tiempo después decide volver a México, tras enterarse de las intenciones de la Santa Alianza de enviar fuerzas expedicionarias a México con el fin de reconquistarlo para la Corona Española; sin saber que el Congreso lo había declarado culpable del delito de traición a la Patria y convocaba a su inmediato arresto si pisaba de nuevo suelo mexicano. Fue aprehendido al desembarcar en Soto la Marina, Tamaulipas por el Gral. Felipe de la Garza y condenado a muerte sin juicio previo. Fue fusilado en Padilla (Tamaulipas). Sus últimas palabras fueron "Mexicanos, ¡Mexicanos, muero con honor por haber venido a ayudaros y gustoso porque muero entre vosotros!". Sus restos fueron enterrados en Padilla, hasta que en 1838, bajo la presidencia de Anastasio Bustamante, se trasladaron a la Ciudad de México y se inhumaron con honores en la Capilla de San Felipe de Jesús en la Catedral Metropolitana, donde permanecen hasta ahora, exhibidas en una urna de cristal.
Su nombre, asociado con la bandera nacional, se conservó durante mucho tiempo en una estrofa de la letra original del Himno Nacional de México (1854), que fue suprimida en 1943:
"Si a la lid contra hueste enemiga
nos convoca la trompa guerrera,
de Iturbide la sacra bandera
¡Mexicanos! valientes seguid
Y a los fieros bridones les sirvan
las vencidas enseñas de alfombra;
los laureles del triunfo den sombra
a la frente del bravo adalid."
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